miércoles, 10 de junio de 2009

La Santa Compaña y El requerimiento de las Ánimas

La Santa Compaña, conocida también como la Procesión de las Ánimas, es una de las leyendas con más arraigo y popularidad en Galicia. Preguntando entre sus gentes, no es difícil encontrarse con personas que vivieron en carne propia uno o varios encuentros con esta procesión de los no vivos.
Esta procesión nocturna se podía ver en muchas aldeas gallegas, y digo podía, porque en tiempos pasados, con las aldeas casi sin luz, o sin ella en su totalidad por los fuertes temporales de viento, lluvia e incluso nieve, no era difícil vislumbrar desde las ventanas, las luces de las velas portadas por las ánimas en pena. La Santa Compaña sale siempre pasadas las doce de la noche y según cuentan los lugareños, su único fin es anunciar que alguien que está o no enfermo y que se puede ver desfilando en medio de las ánimas que forman la comitiva, morirá irremediablemente al día siguiente de esta aparición. El presagio de la muerte no tiene marcha atrás si este viene anunciado por la Santa Compaña.
En algunos casos el testigo de la aparición también se tiene incorporado a la comitiva, pues fallece de manera repentina, al creer que es a él a quien vienen a buscar las ánimas de la Santa Compaña.
Cuando la persona fallecida hizo mucho daño en vida, debe volver desde el otro mundo para reparar esos males graves cometidos, ya que si no obtiene la dispensa necesaria, no podrá entrar en el purgatorio o en el cielo. Entonces ese ser viene y se aparece de noche en los caminos para requerir a los hombres y mujeres a los que ha hecho mal, y si no, al primero que se cruce en su camino.
Que el difunto requiera de alguien, quiere decir que esta persona viva se tiene que comprometer a cumplir las promesas o votos contraídos por el difunto. Incluso a reparar daños a terceras personas, cumplir con un juramento o, restablecer a su lugar de origen los marcos que señalan las lindes de las fincas, y que el difunto ha movido para así aumentar sus propiedades de manera ilícita y muy mal vista en Galicia. En otras ocasiones, lo único requerido es el ofrecimiento de misas en su honor, para que este pudiese entrar en el cielo.
Si no se da por cumplida la promesa hecha o si no es “roto el hábito”, no podrá salir de su pena eterna. La explicación es que en muchas zonas de Galicia, todavía se entierra a los difuntos con batas o hábitos. Estos hábitos son usados para que el fallecido pueda entrar de una manera pura y digna en el cielo o en el purgatorio, pero los mismos hábitos son lo que le impiden hacerlo si todavía tiene alguna promesa o culpa pendiente. Es entonces cuando se aparecen a los vivos y estos embargados de terror, son completamente incapaces de negarse al requerimiento realizado por el difunto.
En la mayoría de los casos una vez ocurrido el encuentro, la persona requerida pide consejo entre sus conocidos que ya contaban con experiencias anteriores o bien, acude directamente al responsable religioso de su localidad o aldea. El cura del lugar, suele dar siempre el mismo consejo:
- Ante todo debes protegerte de la comitiva que acompaña al difunto. Para eso dibujas con un palo, un círculo en la tierra y otro en el cielo –en su interior estará a salvo de momento- también debes dibujar una cruz para que te proteja de la muerte repentina. Rompes el hábito con la navaja o el instrumento de labranza que tengas más a mano, que es lo que él o ella quiere para poder salir de la pena que lo atormenta. Luego dices las siguientes palabras:
- “Alma perdida, ¿qué vienes a buscar a esta vida?”
Dicho esto, él o ella te contarán lo que tienes que hacer y luego el ser desaparece, A partir de ese momento comienza el tiempo en que deberás hacer lo requerido para que nunca más se vuelva a aparecer.

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“¿Qué miráis vosotros? No sois más que una pandilla de cretinos. ¿Y sabéis por qué? Porque no tenéis huevos para ser lo que quisieráis ser. Necesitáis personas como yo, necesitáis personas como yo para poder señalarlas con el dedo y decir: “Ése es el malo”. Y eso ¿en qué os convierte a vosotros? ¿en los buenos? No sois buenos. Simplemente sabéis esconderos, sabéis mentir.
Yo no tengo ese problema, yo siempre digo la verdad, incluso cuando miento digo la verdad. Así que dadle las buenas noches al malo. Es la última vez que vais a ver a un malo como yo.”

(Al Pacino "Scarface")