viernes, 31 de julio de 2009

La leyenda de Is

Así pois, as ondas cubriron a suntuosa cidade de Is, tragándose ao mesmo tempo á súa princesa Dahud, "A Meiga Boa". Pero nada ficou destruído e os pescadores, de cando en vez, con bó tempo e mar calma, conseguen ver os tellados da cidade perdida, e poden oir as campás das súas igrexas. Nin sequera a propia Dahud está morta: nada baixo as augas, con aspecto de serea, entre os grandes peixes durados. Agarda. A cidade de Is agarda a que París, a "cidade igual a Is", símbolo dun poder andocránico e triunfador, quede somerxida. I entón Is volverá a aparecer. De feito a cidade desaparecida atópase, igual que o rei Arturo, na Illa de Avalón, en estado de letargo, e isto con todo o que representa, con toda a súa xustificación sociocultural. A cidade de Is durme non so mentes baixo o mar, no extremo do mundo occidental, xunto ás costas desta Bretaña das lendas, senón tamén na memoria do pobo. É un caso típico de rexeitamento. O esquema da historia mantense intacto, incluso se os distintos historiadores introducen algunhas variantes nos detalles.

E trátase dunha historia exemplar, porque desafía ó Tempo e o Espazo, porque o mundo que se atopa en plena crises non pode con ela. Nas tebras do Inconsciente, como unha fera no fondo dunha cova que garda segredos marabillosos, o mito de Ker-Is está preparado para aparecer en calquera intre por enriba do limiar da conciencia, perfectamente desculpado (ou sen culpa), igual que as culturas minoritarias que espertan agora no mundo enteiro, saíndo do seu letargo. E podemos estar certos de que o día no que rexurda a cidade de Is, algo acontecerá no Vello Continente, que é o noso, pois a potencia que ten acumulado o mito no noso inconsciente estoupará, e non haberá dique que poida protexer á nosa podre civilización das ondas esnaquizadoras de Ker-Is, a nova cidade que garda o segredos máis profundos da Humanidade.

Así pues, las ondas cubrieron la suntuosa ciudad de Íes, tragándose al mismo tiempo a su princesa Dahud, "La Maga Buena". Pero nada acabo destruido y los pescadores, de vez en cuando, con buen tiempo y la mar calma, consiguen ver los tejados de la ciudad perdida, y pueden oír las campanas de sus iglesias. Ni siquiera la propia Dahud está muerta: nada bajo las aguas, con aspecto de sirena, entre los grandes pescados dorados. Aguarda. La ciudad de Íes espera a que París, la "ciudad que es igual a Íes", símbolo de un poder andocránico y triunfador, quede sumergida. Y entonces Íes volverá a aparecer. De hecho la ciudad desaparecida se encuentra, igual que el rey Arturo, en la Isla de Avalón, en estado de letargo, y esto con todo lo que representa, con toda su justificación sociocultural. La ciudad de Íes duerme no sólo bajo el mar, en el extremo del mundo occidental, junto a la costa de esta Bretaña de las leyendas, sino también en la memoria del pueblo. Es un caso típico de rechazo. El esquema de la historia se mantiene intacto, incluso si los distintos historiadores introducen algunas variantes en los detalles.

Y se trata de una historia ejemplar, porque desafía al Tiempo y al Espacio, porque el mundo que se encuentra en plena crisis no puede con ella. En las tinieblas del Inconsciente, como una fiera en el hondo de una cueva que guarda secretos maravillosos, el mito de Ker-Íes está preparado para aparecer en cualquier momento por encima del umbral de la conciencia, perfectamente disculpado (o sin culpa), igual que las culturas minoritarias que despiertan ahora en el mundo entero, saliendo de su letargo. Y podemos estar ciertos de que el día en el que retorne la ciudad de Íes, algo acontecerá en el Viejo Continente, que es el nuestro, pues la potencia que ha acumulado el mito en nuestro inconsciente explotará, y no habrá dique que pueda proteger a nuestra podre civilización de las ondas aniquiladoras de Ker-Íes, la nueva ciudad que guarda los secretos más profundos de la Humanidad.
Jean Markale (Prólogo y Epílogo de "Bran Ruz")

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“¿Qué miráis vosotros? No sois más que una pandilla de cretinos. ¿Y sabéis por qué? Porque no tenéis huevos para ser lo que quisieráis ser. Necesitáis personas como yo, necesitáis personas como yo para poder señalarlas con el dedo y decir: “Ése es el malo”. Y eso ¿en qué os convierte a vosotros? ¿en los buenos? No sois buenos. Simplemente sabéis esconderos, sabéis mentir.
Yo no tengo ese problema, yo siempre digo la verdad, incluso cuando miento digo la verdad. Así que dadle las buenas noches al malo. Es la última vez que vais a ver a un malo como yo.”

(Al Pacino "Scarface")